La caja mágica


La Caja del Rey Salomón

El Genio Masónico.
Era el año de 1918 un hermano masón llamado German Iresocla, al hurgar en un sótano de una antigua Logia masónica buscando viejos manuscritos, encontró ahí una caja de bronce perfectamente sellada. El aspecto de la Caja era muy diferente de lo que él pensaba encontrar ahí, pensó que podría contener algo muy valioso. Además, la búsqueda de libros o manuscritos en ese viejo sótano no había sido satisfactoria , el sótano estaba más bien lleno de basura y uno que otro arreo inservible y desgastado, y pensó German Iresocla en el peor de los casos podría vender la caja a algún anticuario de la ciudad, o venderla por kilos al ser de bronce.
La caja no era muy grande. En la tapa tenía grabado un extraño símbolo, el del Sello de Salomón, ese clásico símbolo de esos dos triángulos entrelazados. Pero dentro de ella había encerrado un temible genio, pero esto no lo sabía el francmasón German Iresocla, siendo ocultada esta caja en algún lugar secreto en el Templo de Jerusalén por el mismo Salomón, para que los hombres fuesen protegidos de ese maldito espectro, hasta que llegase alguien que pudiese controlarlo, destinándolo al Genio a su justa función de servir a la humanidad. De cómo esa caja llegó desde el templo del Rey Salomón a los sótanos de aquella logia nadie lo sabe. Pero las cosas estaban destinadas así de tal manera para que un masón lo encontrase en el siglo XX.
Mas el francmasón German Iresocla no sabía nada respecto a esto. Todo cuanto sabía, era que habla algo que podía averiguar, pensó luego quizás sacaría algún provecho de todo esto . El exterior de la caja brillaba, era muy pesada la caja para su tamaño y dedujo al observarla detenidamente era una verdadera obra de arte. “Puede que adentro hayan oro o diamantes”, pensó para sí mismo.
Olvidando el adagio: “La curiosidad mató al gato ”, el francmasón German Iresocla abrió la caja , no sin dificultad pues estaba perfectamente sellada con plomo.
La abrió finalmente, pero parecía estar completamente vacía, de manera que dejándola sobre una mesa, la observó . Entonces, notó un débil niebla, que poco a poco se fue haciendo más densa hasta que se arremolinó hasta agruparse sobre la pequeña caja y tomó la apariencia de un ser enorme y amenazante hombre de niebla , hasta que dejó su apariencia de transparente niebla para formarse más y más denso y terminar siendo un impresionante ser corpulento que le habló con una voz casi ensordecedora.
“Soy el Jefe máximo de los Genios que conocen los secretos de los poderosos hechos milagrosos; fui encerrado por orden del Rey Salomón contra el cual me rebelé, y ahora te destruiré a ti.” Dijo el ser que estaba antes dentro de la pequeña caja.
El francmasón German Iresocla estaba aterrorizado, y gritó: “¿Destruirás al francmasón que te dio tu libertad?”
“Sin duda lo haré”, dijo el genio, “pues la maldad y la rebelión es mi naturaleza, y la destrucción es mi esencia, habiéndoseme mantenido inmóvil por varios miles de años, vuelvo más poderoso.” Contestó el Genio al francmasón German Iresocla.
El francmasón German Iresocla así pronto bien comprendió que, lejos de haber sacado beneficios de su inoportuno hallazgo en el sótano de aquella Logia, probablemente sería asesinado sin al menos una buena razón que él pudiese bien entender. Pero también recordó aquella advertencia que dice: “El hombre sólo puede usar sólo aquello que ha aprendido a usar.”
Miró el sello en la tapa de la caja y súbitamente se le ocurrió una muy idea:
“Tú nunca podrías haber salido de esa botella, ya que es demasiado pequeño”, le dijo al genio.
Pero el Genio no era digamos muy inteligente , aunque si muy poderoso, y reaccionó : “¿Qué dices? ¿Dudas acaso de la palabra del Jefe de los Genios?” rugió la aparición y se disolvió nuevamente en humo para entrar una vez más en la botella. El masón tomó la tapa y la selló, atrapando al genio dentro de nueva cuenta.
La volvió a colocar la caja dentro de aquel sótano de aquella logia, pero ahora removiendo unas losas, cavó un hoyo y ahí colocó la caja , y volvió a colocar tan perfectamente las losas que no se notaba habían sido antes removidas , pensando en que nadie más encontrase de nuevo esta caja con ese demonio dentro .
Pasaron muchos años, hasta que un día, otro francmasón llamado Sebastián Iresocla , nieto del primero, escuchó más de una vez la historia que su Abuelo le contaba, de cuando encontró esa caja en aquel sótano de la Logia de aquel Oriente, y de determinó a ir a encontrarla .
Y como ustedes adivinaran encontró la famosa caja removiendo las losas de aquel sótano , de aquella Logia, tomó la caja y la colocó sobre una mesa y cuando estuvo a punto de abrirla, un recuerdo irrumpió en su mente. Era el consejo que le había sido transmitido por su abuelo masón:
“El hombre sólo puede usar sólo aquello que ha aprendido a usar.”
Y así fue que cuando el genio, despertado de sus sueños por los movimientos bruscos de su metálica prisión, llamó a través del bronce:
“Hijo de Adán, quienquiera que seas, destapa la caja y déjame salir: ya que soy el Jefe de los Genios que conocen los secretos de los hechos milagrosos y poderosos”, el joven Sebastián Iresocla , recordando el adagio ancestral, salió del sótano de la logia y subió al templo masonico y colocó la caja en un lugar oculto, y preguntó al hermano más sabio de su Logia sobre el asunto .
Contó la historia al sabio masón quien dijo: “Tus precauciones son totalmente fundamentadas: y debes hacer esto tú mismo, aunque tienes que saber cómo hacerlo, ya que la historia de la humanidad nos dice que hay fuerzas ocultas que muy pocos han sabido controlar.”
“¿Pero qué es lo que debo hacer?” preguntó el joven masón Sebastián Iresocla .
“Seguramente hay algo que sientes que quieres hacer”, dijo el anciano francmasón, y agregó, yo he sido testigo de muchos hermanos masones que no supieron controlar las fuerzas ocultas y fueron destruidos, por estas mismas terribles fuerzas.
“Lo que deseo hacer es liberar a mi Genio, de manera que pueda darme conocimientos milagrosos, o quizá montañas de oro, y mares hechos de preciosas esmeraldas, y todas las otras cosas que los genios pueden conceder, como otorgarme poderosos conocimientos mágicos”
“Por cierto que no se te ha ocurrido”, dijo el sabio masón, “que tu genio ahora cautivo en tu caja podría no darte estas cosas al ser liberado; o que podría dártelas y luego quitártelas porque careces de los medios para custodiarlas ; amén de lo que podría ocurrirte si tuvieras tales cosas, ya que ‘el hombre puede usar sólo aquello que ha aprendido a bien usar’.” Y agregó el sabio masón, yo conocí bien a tu Abuelo , y entendí que él fue sabio y prudente al volver a encarcelar a su Genio, pues dedujo que no podría controlarlo.
“Entonces ¿cómo debo proceder?” preguntó el joven masón Sebastián Iresocla
“Pídele al genio una muestra de lo que puede ofrecerte. Busca una manera de cuidar esa muestra y de ponerla a prueba. Busca conocimiento, no posesiones, pues las posesiones sin conocimiento son inútiles, y ésa es la causa de todas nuestras distracciones.”
Entonces, alerta y reflexivo, el joven Sebastián Iresocla ideó un plan mientras volvía al lugar del templo masónico donde había dejado a la caja con el genio dentro.
Golpeó sobre la caja y la voz del genio contestó, débil a través del metal, pero aún terrible: “¡En nombre de Allah , el siempre compasivo y misericordioso , y en nombre de Salomón el Poderoso, que la paz y bendiciones sean sobre él, libérame, hijo de Adán!”
“No creo que seas quien dices ser y que tengas los poderes que pretendes tener”, contestó el joven, ¿por qué no te liberas a ti mismo de tu cautividad?.
“¡No me crees! ¿Bien sabes que soy incapaz de mentir?” rugió el genio.
“No, no lo sé”, dijo Sebastián Iresocla .
“¿Cómo puedo convencerte entonces?”
“Demostrándomelo. ¿Puedes ejercer alguno de tus poderes a través de la caja ?”
“Bien si tengo poderes ”, admitió el genio, “tengo poderes pero éstos no me sirven para liberarme.”
“Muy bien, entonces al menos , dame la habilidad para conocer la verdad acerca del problema que me preocupa.”
Instantáneamente, al llevar a cabo el genio sus extrañas artes, el masón tomó conciencia de cuál era el origen del adagio heredado de su abuelo. Vio también la escena de la liberación del genio de la caja y además cómo comunicar a otros la manera de cómo adquirir de los genios de cada uno tales capacidades. Pero también se dio cuenta de que eso era todo lo que podía hacer. De manera que tomó la caja , y al igual que su abuelo, la volvió a ocultar en el hoyo de aquel sótano de aquella logia.
Pasó el resto de su vida, no como un masón más, sino como un masón que trataba de explicar a otros los peligros de que “El hombre que trata de usar aquello que no ha aprendido a usar”.
Pero debido a que muy pocos masones dieron con sus respectivos genios en sus propias cajas de metal , y a que, de todos modos, no había un masón sabio que les aconsejase, los sucesores del masón distorsionaron lo que llamaban sus “enseñanzas” imitando sus descripciones. Con el correr del tiempo se transformaron en una religión, en un partido político , en una filosofía, o en algo académico, todos con recipientes de bronce, de las que a veces bebían, ubicadas en costosos y bien adornados templos o aulas. Y, debido a que respetaban el comportamiento de este masón, se esforzaron, por todos los medios posibles, por emular sus actos y conducta.
La caja que contiene al Genio, ahora, después de muchos siglos, continúa siendo el símbolo sagrado y un misterio para esta u otra gente. Tratan de amarse los unos a los otros sólo porque aman a este masón ; y en el lugar donde ahora esta caja con el genio dentro se estableció y construyó otro templo masónico más bello y grande, se visten lujosamente sus arreos y realizan elaborados rituales, pero sin entender absolutamente nada.
Sin que ellos lo sepan, los discípulos del masón sabio viven aún; los descendientes del masón aun asisten a Logia. La caja de bronce yace en el fondo de aquel sótano con el genio dormitando en ella. Esperando siempre que algún día algún verdadero masón , que sepa bien controlarlo, lo despierte de su letargo, y lo utilice para el Bien de la Humanidad y no para fines egoístas y personales. Y Claro está, todos sabemos que la Clave para dominar al Genio que todos llevamos dentro es utilizarlo para el Bien del Género Humano y no para su Mal y Desgracia .
Alcoseri  
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