El masón fanático
La Historia del masón que enfermó del
contagioso mal del fanatismo
La historia trata de un frasco de
medicamento, que oyó cómo un moribundo se quejaba en su casa, aquel aquejado
era un hermano masón, que enfermo pedía su medicamento a gritos desde su lecho
del dolor.
El frasco de medicamento sintió tal
compasión por aquel masón que, haciendo un supremo esfuerzo de voluntad, logró
rodar hasta acercarse a una distancia apropiada para que la mano del enfermo lo
tomara.
Cuando el masón abrió los ojos y vio
un frasco de medicamento a su lado, se sintió confundido y a la vez aliviado.
Consiguió tomar el frasco de aquel medicamento, con las últimas fuerzas que aún
le quedaban abrió el frasco, pero antes de llevarlo a sus labios, leyó el nombre del
medicamento, luego por cuestiones muy personales creyó que aquel medicamento no era el
apropiado para curar su enfermedad.
Y así, sin más fuerzas para
sostenerlo, el moribundo hermano masón dejo caer el frasco, derramando aquel preciado
medicamento por el suelo, medicamento que si lo hubiera curado del mal del
fanatismo que lo aquejaba.
Pero, la verdad es que no hay un
medicamento físicamente hablando capaz
de curar a lo los contagiados del terrible mal del fanatismo, solamente se
trata de prevenir no contagiarse , y de que si una vez por alguna razón alguien se contagia de fanatismo, será la
propia actitud y voluntad del propio contagiado de fanatismo de liberarse de
esa espantosa enfermedad. Este cuento que hoy escribo es simplemente una
metáfora, el único medicamento será tu actitud de libérate usted de sus fanatismos.
Este mal del fanatismo puede
presentarse de mil formas, desde el fanatismo político, religioso, sexual,
familiar, deportivo, cultural, académico, nacionalista, patriótico, y así un
largo etcétera , así hasta esos
fanatismos personales tan arraigados. Y es que esto del fanatismo son nocivas fijaciones psicológicas inútiles, muy nocivas
todas sus formas, y muy contagiosas y peligrosas. Y claro, como en el caso de
este relato, muchos querrán ayudar al enfermo de fanatismo , pero , es
imposible , y lo peor de todo es que la
enfermedad del fanatismo es socialmente aceptada, respetada y hasta promocionada
por los medios de comunicación. Y por tanto , por ser aceptado el fanatismo
socialmente, el fanático no se advierte a sí mismo como un enfermo.
Alcoseri
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